Me di cuenta que los recuerdos no son privados, están compartidos por todos
lados, como una gran red social telepática, inmaterial, sin soporte físico o
virtual, no binaria. Los comparten diversas personas, a veces los llamo yo, a
veces los llaman ellas; y otra veces felizmente coincidimos. Estos vínculos
están tejidos en un plano existencial que no alcanzo a comprender, es como una
red ubicua imposible de registrar por los cinco sentidos,
se mueven en una realidad mental y hasta espiritual, algo así pues, siempre es
difícil de explicar.
Las personas se
encuentran, dicen los místicos, por alguna razón más allá de nuestra
comprensión. Fuerzas inexplicables las juntan y de la misma manera las separan,
pero la red de circunstancias ya está tejida, entonces olvidar es imposible, el
recuerdo es un lazo irrompible y tal vez únicamente debilitado por la locura, la pérdida de la memoria, la pérdida de la conciencia, o el fin de la existencia como ser humano.
Un recuerdo, un lazo
escondido en la memoria, ha tirado de las terminales nerviosas en el cerebro, provocó
un derrame químico, que como cascada, ah traído diversos momentos
vividos. Sonrisas, tristezas, emociones, pasiones y sentimientos se
desbordaron, salían por los ojos, la nariz, los oídos, la boca,
los poros del cuerpo, lo genitales... la uñas. Memorias de un viejo amor,
de esos que toca la médula ósea, que estremece el sistema nervioso y que
juró ser el amor de una vida, mi vida. Pero todo pasa, y poco a poco se vuelve
uno más tolerante al veneno de las circunstancias y comienza a disfrutar de las
llamadas memorias, tal vez es la edad.
Así, aquellos recuerdos no eran evocados por mí, era la contraparte, tiraban el lazo desde el otro
extremo, desde un lugar alejado, que a través de un medio material me hicieron consiente. Claro, los recuerdos no son únicamente míos,
también son de la persona con quien los compartí. Al final de cuentas es ahí cuando esa red ubicua, fuera de nuestra compresión se teje, existe y
es enorme, algunos lazos son gruesos y sólidos, otros más delgados, pero todos
nos unen como personas, como seres humanos compartimos la existencia en el
tiempo y en el espacio, estamos unidos por eso que llamamos memoria y que
algunos han denominado conciencia social, así, esta red tiene un nombre. Tejida por redes individualidades. Quien
sabe si con intención, por coincidencia, por desarrollo natural o
deliberadamente, nos hemos esforzado por materializarla en un mundo alterno como el
internet. Una burda imitación, las redes sociales nos personalizan como nodos
que van articulando y tejiendo memorias en un plano más humano y comprensible.
Ella era hermosa, una ilusión hecha realidad,
ahora sonrío y pienso en lo afortunado de su marido y la dicha de sus hijos; en nuestros recuerdos y lo felices que fuimos. Una parte de nuestras vidas que compartimos, así será hasta que alguno deje de existir, entonces el lazo se marchitará y
permanecerá una parte colgante en el limbo mental, sin
conexión, sin contraparte. Y así sucederá con los demás lazos, y mientras todos
van desapareciendo, o conectándose en un sitio más allá del existencial, nuevos
nodos van tejiendo y enredando la gran sábana que como especie hemos tratado de
comprender. Así juntos vamos construyendo las memorias de la humanidad.
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