Cincuenta y Dos historias en un año. Una cada lunes. A partir de este día declaro
oficialmente abierto el experimento Bradbury como un reto de año nuevo y esas
mamadas. Mi justificación para este ejercicio está inspirada en el mismo
Bradbury quien comentara que no puede existir cincuenta y dos historias malas.
Espero que alguno de esos cúmulos de palabras sea de especial agrado para quien
lo lea.
También inicio el año con
una gripe de mierda, que no ha parado desde que me tomé la primera cuba en el inicio
del mítico maratón mexicano Guadalupe-Reyes, por este motivo, también hoy me
salgo del sendero maratónico del alcohol, pues no tengo el temple tarahumara
que la analogía representa, pues una cosa es rajarse la planta del pie y otra
inundar los pulmones de flemas. Es un mito eso de que un tequila corta la
gripe, siempre lo hago y siempre termino peor, pero por alguna extraña razón lo
sigo haciendo, engañándome con tal de hacerme el valiente. Y como me gusta
hacerme el valiente también cerré el año lanzándome de un trampolín de tres
metros, casi cómo el buen Charly García desde no sé cuántos pisos, igual de
osado y loco me sentí, si alguien hubiera grabado con un celular tendrían la
mejor representación de un decadente clavadista olímpico con enfermedad
terminal, pues aun así con la gripe que traía y debido al reto al calor de las
cervezas decidí lanzarme de los tres metros. Al caer y estar bajo el agua no
podía expulsar el aire como me gusta hacerlo, en cambio un espasmo de tos salía
de mi cuerpo, por lo que mejor decidí aguantar el aire hasta salir a la
superficie y no morir ahogado, fue una decisión de último minuto, cabe
mencionar que el agua estaba algo fría, y yo acababa de echarme un ceviche y
unos camarones empanizados, al margen una tercia de cervezas. A pesar de mis
conocimientos avanzados en natación, no me importó y fui a lanzarme con la
posibilidad de que fuera mi último salto en la vida, también es importante mencionar
que tiene más de un año que no hago ejercicio acuático, en resumidas cuentas
todo estaba en mi contra, pero como un día me dijo un amigo, te gusta meterte
entre las patas de los caballos, y así lo hice nuevamente, con el riesgo de
morir ridículamente en un salto de tres metros en una alberca y con espasmos
bajo el agua, o posteriormente de pulmonía. Todo salió bien y alcancé a
terminar el año con otro tequila y la gripe asechando en lo más recóndito de mi
sistema respiratorio.
Así, ahora lo más osado
que haré, será tomarme dos pastillas antigripales y tirarme a ver alguna seríe,
como puede ser Black Mirror, con el riesgo de enajenarme aún más. Les dejo
entonces la primera entrega de los Cincuenta y Dos escritos. Buen inicio de
año. Dale me gusta si también inicias el año con gripe.
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